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BBC: «Bienvenidos al cementerio de hombres vivos», la brutalidad de la cárcel de Bukele narrada por venezolanos

El Cecot, inaugurado por el presidente Nayib Bukele como parte de su política de mano dura contra las pandillas, albergó a 252 migrantes venezolanos deportados por el gobierno de Donald Trump, separados de los pandilleros salvadoreños para los que fue diseñado el establecimiento. Este hecho se enmarca en un contexto donde las maras han sometido a El Salvador a altos niveles de violencia.

Un grupo de migrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador ha denunciado abusos y maltratos por parte de las autoridades penitenciarias. Hoy la BBC publica un extenso reportaje a varias manos donde algunos de los protagonistas, de diversos puntos de Venezuela, narran la historia de lo vivido luego de que fueran deportados desde los EEUU directamente al terrorífico lugar.

Entre ellos se encuentra Arturo Suárez, quien llegó a la prisión en marzo de 2025, y cuya única solicitud fue conservar sus lentes, que fueron destruidos durante una golpiza en la que perdió el conocimiento.

El Cecot, inaugurado por el presidente Nayib Bukele como parte de su política de mano dura contra las pandillas, albergó a 252 migrantes venezolanos deportados por el gobierno de Donald Trump, separados de los pandilleros salvadoreños para los que fue diseñado el establecimiento. Este hecho se enmarca en un contexto donde las maras han sometido a El Salvador a altos niveles de violencia.

Suárez y otros deportados recuerdan con horror la charla de bienvenida del director de la prisión, Belarmino García, quien se refirió a ellos como miembros del «famoso Tren de Aragua», una organización criminal con origen en Venezuela. Las acusaciones han sido impugnadas por los propios migrantes, que afirman no tener vínculos con bandas criminales y, al tiempo, han sido alegados por el gobierno estadounidense como justificación para las deportaciones.

Otro deportado, Edwuar Hernández, quien fue arrestado en Dallas, relató una experiencia similar, en la que también le dijeron que no volverían a probar carne o pollo. Ambos hombres fueron transportados a El Salvador esposados y objeto de un trato violento desde su llegada. Hernández también compartió que los guardias los forzaron a afeitarse las cabezas y que enfrentaron humillaciones y abuso físico.

Durante su estancia de cuatro meses en el Cecot, los deportados relatan condiciones inhumanas, tales como falta de privacidad, comida insuficiente y escasas oportunidades para higiene personal. Las visitas de organizaciones como la Cruz Roja fueron casi los únicos momentos en que recibieron atención, aunque en ocasiones esto resultó en un trato mejor temporalmente.

Las condiciones de encierro han llevado a varios deportados a organizar huelgas de hambre y manifestaciones como forma de protesta. Sin embargo, estos actos de resistencia han resultado en represalias severas por parte de la administración del Cecot, incluido el uso de gas pimienta y golpizas.

En una reciente visita, la secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU., Kristi Noem, estuvo presente en el Cecot, donde se asumió que los deportados eran «terroristas» y se enviaron mensajes intimidatorios a posibles inmigrantes. Mientras tanto, muchos migrantes venezolanos continúan pidiendo justicia por los abusos que sufrieron, advirtiendo de los traumas que aún persisten, y algunos, como Suárez y Andry Hernández, incluso planean llevar sus historias al cine como forma de sanar y visibilizar su lucha.

La situación de estos deportados ha puesto de relieve las complejidades y serias acusaciones que rodean el tratamiento de los migrantes en El Salvador, lo que podría requerir una revisión y verificación por parte de organizaciones de derechos humanos.

 

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