En la misa nocturna que celebra el nacimiento de Jesús, la grandiosa basílica de San Pedro se vuelve un escenario de intimidad, en el que el Papa Francisco invitó anoche a recibir tiernamente al Niño de Belén asegurando que “si lo acogemos en la propia vida, Jesús cambia el corazón”.
En un clima de fiesta familiar de la misa a las nueve y media de la tarde en lugar de la medianoche, el Papa recordó que el nombre de Belén significa ‘casa del pan’, y en esta ‘casa’ el Señor convoca hoy a la humanidad, como preanuncio de otro pan a final de su vida: la Eucaristía.
Dirigiéndose a los fieles en tono sereno e intimista, Francisco afirmó que “el cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar. Desde la ‘casa del pan’, Jesús lleva de nuevo al hombre a casa, para que se convierta en un familiar de su Dios y en un hermano de su prójimo”
Según el Papa Francisco, “si la acogemos, la historia cambia a partir de cada uno de nosotros. Porque cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es mi yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor».
Reviviendo algo sucedido hace dos mil años en un lugar remoto y sin que prácticamente nadie se diese cuenta, el Santo Padre recordó que, además de casa del pan, Belén es la ciudad de David, un joven pastor elegido por Dios para ser guía y pastor de su pueblo”
Por otra parta la basílica de San Pedro estrenó discretamente anoche una nueva iluminación interna con 780 lámparas que suman 10.000 LED y permiten ahorrar un noventa por ciento de la electricidad necesaria hasta ahora. Es otra puesta al día, como el paso al órgano digital, que produce sonido directo de gran calidad tanto para el templo como para las retransmisiones televisivas y de radio.
Como todos los años, el Papa se asomará este mediodía al balcón central de la basílica para felicitar la Navidad e impartir la bendición «Urbi et Orbi», a la ciudad y al mundo, que siguen en directo cientos de millones de personas en todo el planeta.
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