Cuando todo esto pase, que tiene que acabar por la fuerza de los hechos, y Venezuela recobre la democracia y la libertad, y se reinstitucionalice el país, el nuevo gobierno de emergencia o de concentración nacional que surja para la transición, estará obligado a tomar medidas heroicas desde los aspectos económico, social y en lo político.
En lo económico y social no albergo dudas que saldremos adelante en el mediano plazo porque a un país rico en petróleo y minerales de todo tipo, le lloverán los créditos de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Corporación Andina de Fomento y el Banco Interamericano de Desarrollo que permitirán la reconstrucción de la destruida Pdvsa, las refinerías paralizadas, de las empresas básicas, la Petroquímica con sus consecuencias lógicas para el resto de la estructura económica de la nación, lo que queda en pie luego de la ejecución de ese nefasto proyecto de destrucción en que se convirtió el socialismo el siglo XXI, o revolución bolivariana.
Y es en este punto donde este humilde cronista y analista lanza una propuesta que algunos podrán considerarla temeraria, y los comunistas radicales me calificaran de Macartista, y si lo soy y a mucha honra, pero que tiene toda la pertinencia del caso, y no es otra que la de evitar que alguna facción política que siga la diabólica y destructiva ideología comunista pueda acceder nuevamente al poder en Venezuela. Las vías podrán ser muchas: desde una reforma constitucional mediante la cual se declare contraria a los intereses de la nación, de su desarrollo, de su progreso, de su libertad y de su democracia la ideología en cuestión, y se coloquen fuera de ley las organizaciones políticas que estén basadas en la ideología comunista, pero especialmente las que se alinearon al lado de este dictatorial y totalitario régimen y colaboraron a instaurar el estado de cosas que vivió Venezuela para destruir su economía y conculcarle al pueblo lo más sagrado, lo que Cervantes, en boca de Don Quijote, califico como «el más preciado don que los cielos han dado a los hombres»: la libertad.
El comunismo es una ideología maldita. Donde ha sido instaurada, siempre por la fuerza, lo que ha dejado es hambre, tiranía, destrucción y muerte. O es que acaso uno de sus principales postulados no es que «la violencia es la partera de la historia», sin embargo los podemos ver hablando de paz para encerrar sus verdaderos sentimientos de guerra y odio. Son misántropos. Pero también los vemos, como lo hace la bestia apocalíptica de Nicolás Maduro, invocando el nombre de Dios y de los santos pero es con el único fin de hacer creer que son cristianos ante el convencimiento que el pueblo venezolano es católico en su gran mayoría o practicante de otras religiones. «La religión es el opio de los pueblos», es otra de las proclamas de estos vándalos. Esto último indica claramente que no profesan religión alguna, lo suyo es la materia, el materialismo, sin embargo Maduro vive con Dios en la jeta y en los últimos tiempos con el nombre de José Gregorio Hernández, por su eventual elevación a los santuarios.
El comunismo o socialismo a la cubana, es contraproducente con la democracia. No pueden coexistir. La democracia es libertad, es tolerancia religiosa, es pluralismo ideológico, es progreso y desarrollo. El comunismo es tiranía y opresión, es la ideología del partido único que acaba con el pluralismo, es el sistema donde se le rinde culto al líder, quien sustituye a Dios mismo. Unos cuantos ejemplos nos permiten hacernos un rápido juicio sobre la inconveniencia del comunismo. Veamos las dos Corea La del Sur, la democrática, pujante, vigorosa, emprendedora, desarrollada con elevados niveles de vida para todos los ciudadanos; la del Norte, dirigida por un clan familiar cuyo nefasto líder actual es sencillamente un asesino, un demente empeñado en dirigir los pocos recursos que obtiene esa nación a la construcción de un aparato de guerra con la loca idea de enfrentar a la gran potencia mundial que es Estados Unidos, mientras que los sufridos norcoreanos cargan con las consecuencias de ese desastroso gobierno.
Ahora dirijamos la mirada a eso que llaman China comunista. Allí el nuevo liderazgo que surgió a la muerte de Mao Zedong, entendió que el comunismo había fracasado e iniciaron la voltereta al tan odiado capitalismo. Los resultados están a la vista. Los chinos solamente usan el comunismo para impedir la libertad, y para que la camarilla que controla el poder y la vida de la nación lo siga detentando. Por último veamos a Venezuela. Un país prospero, democrático, con riquezas de todo tipo que había alcanzado en apenas cuarenta años de democracia un desarrollo y progreso social elevado, lo agarro una facción comunista dirigida por ese engendro demoniaco de Hugo Chávez y en veinte años destruyeron una de las empresas transnacionales mas solidas del mundo como era Pdvsa y llevaron a Venezuela a una ruina tal que nadie se explica que fuerza destructiva pudo hacer posible esta tragedia que hoy vive el pueblo de Venezuela.
Distinto es el socialismo democrático, decente, el que practican países civilizados de Europa que han alcanzado un elevado grado de bienestar social, desarrollo y progreso. El socialismo que promueve Acción Democrática que hizo que Venezuela alcanzara un nivel de progreso social, de abajo hacia arriba, muy poco visto hasta en países del mundo desarrollado, destruido en veinte años por la marabunta revolucionaria
Emiro Albornoz León
Periodista
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