Es lamentable tener que formular afirmaciones pesimistas cuando nos preparamos para celebrar uno de los momentos más trascendentales de la humanidad como es el nacimiento del Niños Jesús, pero serán éstas las peores navidades que hayamos podido celebrar los venezolanos en estos veinte años perdidos de revoluciónon comunista.
Más de las tres cuartas pates de los venezolanos no se podrán sentar en las mesas la Nochebuena para que juntos, en familia, como era la tradición venezolana, recibir la gran noticia del nuevo nacimiento del Salvador, porque esta malhadada revolución , con sus hambreadoras políticas comunistas acabó con el poder adquisitivo de los venezolanos que con un miserable salario de 4 mil 500 bolívares no pueden comprar tan siquiera un pan de jamón, como sí lo podíamos hacer antes.
No habrán los tradicionales estrenos de Nochebuena y el recibimiento del nuevo año porque si no hay para la cena de Navidad, mucho menos alcanzará para comprar los vestidos de los niños , jóvenes y adultos.
Tampoco habrá para pintar los exteriores ni interiores de la casa y tampoco podrá haber regalos para los niños porque sencillamente no hay bolívares soberanos con que comprarlos,
Este régimen lleva sobre sus espaldas el nada envidiable record de haber acabado hasta con las tradiciones del pueblo venezolano.
Ya no hay posibilidades de realizar los intercambios entre amigos o compañeros de trabajo con el respectivo almuerzo o cena.
Difícilmente millones de venezolanos podrán regalar algún presente navideños a sus ahijados, a sus sobrinos, a sus amigos, tradición que se cumplía sin esperar nada a cambio.
Toda esta tragedia sucede en Venezuela porque Nicolás Maduro se ha convertido en el cínico y misántropo Grinch que se dio a la tarea de robarle no sólo la navidad al pueblo sino de arrebatarle sus alegrías, sus querencias, y hasta el sentido de pertenencia patentado esto último en el éxodo de unos cuatro millones de venezolanos, en su mayoría jóvenes, que han escapado de la hambruna a que los ha sometido este inicuo régimen y se han ido a buscar un futuro seguro que su patria les niega.
En articulo similar a este publicado en diciembre del 2017 decía que en lugar de las doce uvas del tiempo, degustaríamos los doce mamones porque ya ese año la situación de crisis acogotaba a los venezolanos. Ahora ni siquiera mamones podrán sustituir a las uvas.
Pero no nos dejemos robar esta navidad y saquemos voluntad para sentarnos en la mesa este 24 de diciembre así sea para comerse unos plátanos y celebrar en Nacimiento del Niño Jesús. Dios se encargara de Maduro, como lo hizo con Chávez.
Emiro Antonio Albornoz León
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