La operación forma parte de una estrategia “antinarcóticos reforzada” de la administración Trump, pero analistas consideran que también busca presionar políticamente al gobierno de Nicolás Madur
La Armada de Estados Unidos desplegó ocho buques de guerra hacia el Caribe y el Pacífico cercanos a varios países de América Latina, entre ellos Venezuela, en lo que representa un aumento significativo de su presencia militar en la región.
La operación fue descrita como una “misión antinarcóticos reforzada” con el objetivo de interdicción de drogas, según declaró un funcionario de defensa a The Washington Post. Sin embargo, la medida también ha despertado sospechas de que podría ser utilizada como presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, acusado por Washington de dirigir el llamado Cartel de los Soles.
Los buques de guerra en despliegue
La flota incluye tres destructores, dos buques de desembarco, un crucero, un buque de asalto anfibio y un buque de combate litoral. Los destructores llevan a bordo destacamentos de la Guardia Costera y agentes del orden, encargados de realizar operaciones de detención en interdicciones de drogas.
Entre los buques de guerra desplegados destacan el USS Iwo Jima, un buque de asalto anfibio con más de 2.500 marines y el crucero USS Lake Erie, con capacidad de lanzar misiles de crucero Tomahawk. Los destructores USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, tienen sistemas avanzados de vigilancia y combate. Mientras que el USS Minneapolis-St. Paul es un buque de combate litoral en el Caribe.
La Armada no especificó dónde operarán exactamente los buques de guerra, salvo que están patrullando el Caribe y a la espera de órdenes más específicas. Los destructores «no están cerca de la costa de Venezuela», afirmó el funcionario.
Si bien no está claro qué tipo de acción militar se podría tomar contra los carteles de la droga en la región, las conversaciones han abarcado desde el uso de destructores de la Armada para lanzar misiles contra líderes o infraestructura de los cárteles hasta una colaboración más estrecha con las autoridades mexicanas para combatir a las organizaciones criminales, informó The Washington Post este mes.
Para algunos miembros de la oposición venezolana, el movimiento de buques de guerra parece indicar un intento de la administración Trump de presionar al gobierno de Maduro.
“El régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela. Es un cártel narcotráfico, y Maduro, según la opinión de este gobierno, no es un presidente legítimo. Es un líder fugitivo de este cartel, acusado en Estados Unidos de tráfico de drogas al país”, declaró recientemente la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
Reacción de Maduro
El gobierno de Nicolás Maduro reaccionó movilizando 15.000 soldados a la frontera con Colombia y convocando a millones de milicianos para “defender el territorio nacional” en caso de una agresión.
“Nadie debe tocar el territorio venezolano porque es nuestro”, afirmó Maduro, quien difundió imágenes de milicianos jurando lealtad en un acto televisado.
El mandatario también anunció la liberación de algunos presos políticos, aunque los motivos del gesto no fueron aclarados. De acuerdo con la ONG Foro Penal, más de 800 personas siguen detenidas por razones políticas en Venezuela.
Washington mantiene doble estrategia
A pesar de que Trump ha elevado la presión militar, su administración renovó la licencia a Chevron para operar en Venezuela y continúa coordinando vuelos de deportación semanales, con casi 8.000 venezolanos retornados desde febrero.
Analistas como Carolina Jiménez Sandoval (WOLA) consideran que la medida busca “intimidar políticamente al régimen de Maduro” sin llegar a un conflicto militar directo. Geoffrey Ramsey (Atlantic Council) coincidió en que Washington no pretende una intervención armada a corto plazo, pero Maduro aprovecha la retórica para proyectar fuerza interna.